Datos y ejercicios

¿CUÁNTO SE GASTAN LAS FAMILIAS ESPAÑOLAS EN TELECOMUNICACIONES?

  Baleares, madrileños y catalanes los que más recursos destinan a los productos y servicios de telefonía e internet.
Los españoles destinan una media anual de 825€ por familia a la compra de teléfonos, servicios de telefonía fija, servicios de telefonía móvil y servicios de internet. Así se desprende de un estudio elaborado por AIS, Aplicaciones de Inteligencia Artificial, a partir de información de sus indicadores socioeconómicos Habits.
Como se ve en el mapa que acompaña el estudio, la comunidad autónoma cuyas familias más consumen productos y servicios de telecomunicaciones de media es Baleares con un gasto anual de casi 1.100€. De hecho, el municipio con el gasto medio por familia más alto en toda España es Marratxí en Mallorca. En este municipio de unos 35.000 habitantes, el gasto medio anual por familia es de 1.235€, más de 400€ por encima de la media española.
A los baleares le siguen los hogares de la Comunidad de Madrid, que de media invierten 1.050€ al año en telefonía e internet.
Tras baleares y madrileñas van las familias catalanas, con un gasto ligeramente superior a los 1.000€/año. Las que más invierten en los servicios estudiados en la comunidad son las gerundenses.
 Después de los catalanes, van los hogares canarios, ceutís y melillenses. Todos por encima de los 900€ de media.

En el extremo más bajo del ranking a nivel de comunidad autónoma están los riojanos y los extremeños, que sólo destinan una media anual de entre 700 y 750€. No obstante, la provincia cuyas familias gastan menos en productos y servicios de telefonía e internet es Ourense (Galicia), con una media que apenas supera los 685€.



FORO DE DAVOS

El Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF) o también llamado Foro de Davos es una fundación sin fines de lucro con sede en Ginebra y se reúne anualmente en el Monte de Davos (Suiza), conocida por su asamblea anual en Davos, Suiza. Allí se reúnen los principales líderes empresariales, los líderes políticos internacionales y periodistas e intelectuales selectos para analizar los problemas más apremiantes que afronta el mundo; entre ellos, la salud y el medio ambiente desde 1991. El Foro también organiza la “Asamblea Anual de Nuevos Campeones” en China y una serie de asambleas regionales durante el año. En 2008, dichas asambleas regionales incluyeron reuniones en Europa y Asia Central, Asia Oriental, la Mesa Redonda de Directores Ejecutivos de Rusia, África, Oriente Medio y el Foro Económico Mundial en Latinoamérica. Durante el 2008, se lanzó la “Cumbre Inaugural sobre la Agenda Global" en Dubái, con la presencia de 700 expertos mundiales de cada sector que trataron 68 cambios globales identificados por el Foro.

El Foro Económico Mundial fue fundado en 1971 por Klaus M. Schwab, profesor de economía en Suiza.​ Además de asambleas, el Foro genera una serie de informes de investigación e involucra a sus miembros en iniciativas específicas de cada sector.


EL CAMBIO CLIMÁTICO Y LA POBREZA

El cambio de los órdenes mundiales ha sido históricamente fruto de guerras entre los principales poderes. El siglo XX fue testigo de las mayores conflagraciones mundiales que condujeron al actual orden político y econó- mico internacional. La acumulación de armamento de destrucción masiva hace inimaginable la reedición de conflictos de tal magnitud que amenazarían indiscutiblemente la vida en nuestro planeta. En consecuencia, el gran desafío de este tiempo es el cambio pacífico del orden internacional, algo inédito en la historia de la humanidad. Otro gran reto es alcanzar un modelo de desarrollo equitativo que concilie un consumo creciente de recursos naturales energético-dependientes, con el mantenimiento de una naturaleza que sea compatible con una “buena” vida. El estilo de consumo del modelo vigente no privilegia la superación del hambre y las necesidades de la población de bajos ingresos, sino la acumulación de capital y beneficios que tiende a ignorar el aumento del número de pobres, la contaminación y la degradación de recursos y el hábitat, así como también los efectos de la acción humana sobre el cambio climático. Las consecuencias observables de estos procesos cuestionan abiertamente el estilo de producción y consumo del actual modelo de desarrollo al acercarnos hacia horizonte  que ponen en peligro la vida en nuestro planeta. Se hace visible así la necesidad imperiosa de emprender un desarrollo diferente, basado sobre un uso racional de los recursos naturales y sociales, que promueva una producción sustentable, un consumo equitativo y el uso de tecnologías que limiten los efectos humanos sobre la naturaleza y el clima. El siglo XXI será testigo de cambios globales motivados por fuerzas económicas, políticas, sociales y ambientales. Sin embargo, muchos de estos temas cruciales no son registrados y tratados adecuadamente por las corrientes principales del pensamiento social, en general, y de las relaciones internacionales, en particular. La agudización de las desigualdades, la magnitud de la pobreza, sobre todo en su forma extrema, y la problemá- tica del desarrollo sostenible y equitativo que las abarca en un contexto de cambio climático son algunas de estas cuestiones que se suman a la problemática del cambio pacífico con un enorme potencial de conflicto de nuevo tipo, que es una de las características del proceso de cambio global.


SUECIA COMPRA BASURA A PAÍSES VECINOS

Suecia ha desarrollado un sistema de reciclaje tan logrado que se está quedando corta con la basura que necesita para sus plantas de combustión de residuos. De la quema de esa basura, el país nórdico obtiene energía que transforma, por ejemplo, en electricidad y lo hace tan bién que es autosuficiente. Tanto, que ha decidido que lo mejor es importar basura de los países vecinos para seguir alimentando sus plantas de valorización de residuos. Según los datos ofrecidos por el Gobierno de Estocolmo, el país importa nada menos que 700.000 toneladas de basura.

Gracias a este extremo aprovechamiento de los residuos, el país escandinavo presume de reciclar el 99% de los residuos producidos por sus ciudadanos. Algo que suena impresionante, tanto que parece mentira, y el caso es que, en realidad lo es: lo que se debe decir, si se quiere ser riguroso, es que Suecia utiliza el 99% de los residuos que produce, de alguna manera u otra. Aproximadamente el 50% se reutiliza, gracias a un complejo sistema de contenedores y la colaboración de los ciudadanos suecos, y el resto se utiliza de alguna manera, como quemarlos para producir calor o energía. Lo cual, evidentemente, no es reciclar, aunque sí es un uso y eliminación de la basura.

¿Son un buen ejemplo? “Si pensamos en la reducción de emisiones, quemar nunca es una buena solución”, afirma Mar Fernández, química y miembro del Observatorio de Medio Ambiente de Aragón, como responsable de Medio Ambiente en UGT Aragón. “Por cada hora megavatio producida en una central de residuos se emiten 1,35 toneladas de CO2; una de hora generada con carbón produce 1,02 toneladas, y si es con gas natural se emiten 0,52 toneladas. Eso si nos fijamos solamente en el CO2, no hablemos ya de las dioxinas o el furano que se producen en la incineración y que sabemos que son gases cancerígenos. No lo son el momento de la combustión pero luego en la atmósfera se recombinan”. Quemar basura no es pues algo tan limpio.

¿Por qué lo hace un país tan ecológicamente concienciado como Suecia? “Puede haber un problema de espacio para vertederos –dice Fernández-, pero sobre todo hay que tener en cuenta que los suecos son muy responsables con el reciclaje, discriminan los residuos en muchos más tipos de contenedores que nosotros y los depositan cada uno en el que le corresponde. Después de ser así de cuidadosos, aún les queda algo de basura que es la que queman”.

¿Deberíamos seguir entonces su ejemplo? Recordemos que en Aragón está prohibida la quema de residuos para su valorización energética. Fernández lo tiene claro: “No, porque todavía nos queda mucho por mejorar hasta llegar al nivel de los suecos. Lo primero que hay que hacer es consumir menos para producir menos residuos, separar tanto como hacen ellos para reciclar todo lo que sea posible y después, cuando ya solo nos quede algo con lo que ya no se puede hacer nada más, podemos pensar en la combustión para energía. Permitirlo ya haría que no nos esforzásemos para ninguna de esas cosas”.

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